12.4.08

El problema de lo real, primera aproximación según Kiria

La ordenación de lo real, como nos dicen Berger y Luckmann, es relativa al contexto histórico social, da una concepción del mundo y por tanto una forma de ser, de vivir.
Si la realidad depende de un observador, ésta se determina a través del esquema y contenido mental del individuo. Sin embargo, el esquema y contenido del observador, a su vez, están definidos o moldeados por lo que se ha constituido como “lo real”; de tal modo, esta relación es una mutua afectación.
Es decir, la vida –lo cotidiano­– es un esquema determinado de realidad delineado por el contexto social-cultural, tal contexto da la pauta de lo que es y cómo es, de esta manera el individuo (educado en este esquema) da forma y constituye su realidad sin que necesariamente de cuenta de los alcances de esta influencia.
Por otro lado, en el entorno mediatizado y por el ritmo vertiginoso en el que pulsa, las ordenaciones acerca de lo real comienzan a romper su molde tradicional: lo que acaece independiente del sujeto. Comienza a tambalearse el sedimento de lo real como lo concreto, lo tangible. Surge, entonces, un nuevo fantasma que comienza a atravesar la pared material de esta “realidad” y se filtra la confusión.
El problema estriba, por un lado, en que este mundo creado o construido se convierte en el “mundo verdadero” o de “certeza” para sus habitantes, se gesta ­y permanece, aparentemente, como un mundo cerrado, el de las fórmulas probadas y, por tanto, con poca posibilidad de refutación. El estilo de vida, los patrones de moda y de consumo son dictados por toda la información mediática clasificada que impacta a los individuos, que de modo sutil –mediante la saturación y el bombardeo de imágenes manipuladas– los lleva a la construcción inconsciente de un ideario de vida o, mejor dicho, consumidores de un ideal de vida, sin cuestionamiento.
El lugar que han ganado los medios como directriz del pensamiento –en donde los recursos mediáticos saturan y penetran al individuo, y generan nuevos elementos de domesticación– origina, por un lado, una especie de adormecimiento ante su despliegue y por otro, un movimiento de ruptura del monolito de lo real, pues al perderse ciertas líneas que delimitaban el símil de lo simulado, se confunde la representación de lo representado.
Ahora bien, para Durand, el medio cultural es una especificación de ciertos bosquejos del imaginario; el imaginario es movimiento, es creatividad, y la constancia de arquetipos marca la dirección de esta creación; es decir, da dirección de pensamiento y de su posible concreción e inserción en lo que se tiene como realidad. Las formas que tiene el imaginario dentro del individuo siempre son estructuras dicotómicas. Los símbolos se presentan en pares de opuestos que proveen un movimiento perenne.
Por otro lado, el imaginario también es dirigido por las pulsiones subjetivas y asimiladoras de lo real, o por lo que se puede llamar entorno material-social. Esta concepción abre la conciencia de una realidad como una posibilidad de concreción de las infinitas posibilidades del interno, del imaginario, y que se constituye en una fundamental relación entre el pensamiento y el contexto social donde se origina, es decir, tal relación es bidireccional. El contenido del pensamiento está íntimamente ceñido al contexto de realidad social en el que surge y a su vez éste también incide en el sedimento de lo que se tiene por real.
Ante las tesis anteriores, lo que intuyo es que lo que es, lo que se institucionaliza como conocimiento, es un asunto de estudio antropológico, tal como sostiene Durand. Y observo la fundamental necesidad de hacer consciente la participación de cada individuo en lo que se erige como realidad y de la reflexión de cómo incidimos en la realidad comunitaria, y por tanto, la importancia de analizar y escudriñar todo esquema de inserción de pensamientos y las propuestas de mundo que ofrecen.
En otro punto, observo también la posibilidad de ajustar, de innovar y modificar lo que tenemos entendido como existencia, una posibilidad en un abanico tan imaginablemente amplio como se comiencen a destruir las ideas de realidad concreta, con una condición independiente al sujeto, ineludible y definitiva; mientras que esta caída de lo “real” traiga, además, un sujeto que asuma la posición de creador de realidad y pierda sus esquemas densificados de verdad y falsedad, y gire hacia el movimiento creativo.

1 comentario:

atopías dijo...

Haciendo a un lado algunos problemas de estilo y redacción la presente colaboración me parece realmente muy buena, bastante intuitiva!